sábado, 19 de marzo de 2011

Presidente se busca


Jefe de Presupuesto: Nuestro cliente, una empresa nacional mediana, con 120 empleados seleccionará Jefe de Presupuesto (Ref: JP047). La búsqueda se orienta a un profesional en Ciencias Económicas (Licenciado en Economía o Contador Público) con sólida experiencia en presupuestación obtenida en empresas de primera línea del rubro autopartistas durante un mínimo de 5 años. Se valorará su participación en Estudios Contables Internacionales o Empresas Multinacionales. Se dará preponderancia a quienes posean un Master en Economía o Administración de Empresas. Se requiere dominio oral y escrito del idioma inglés, conocimientos de portugués, dominio de computación y herramientas de Office como así también experiencia previa en SAP y JD Edwards.
Será responsable de alcanzar los objetivos de su área a través del establecimiento y seguimiento de planes de trabajo. Definirá los procesos requeridos para la recopilación y análisis de la información de las distintas áreas de la Empresa garantizando pronósticos y reportes actualizados.
Transformará los requerimientos de la organización en actividades y proyectos y será responsable por la motivación de su equipo de trabajo que se compone de 4 personas, todos ellos universitarios. Reportará al Gerente Financiero.
Los postulantes deberán dirigirse por mail a ……………. Se garantiza Total Confidencialidad.

El texto precedente fue copiado de manera literal de un aviso laboral publicado en Internet por una Consultora Laboral de la Ciudad de Buenos Aires.

La persona que aceda al puesto mencionado va a tener 4 personas a cargo, un sueldo de aproximadamente 10.000 pesos y dos jefes por encima de él (El Gerente del área y el Gerente General) en una empresa nacional que factura unos 90.000.000 de pesos al año; esta persona manejará un presupuesto de unos 40.000.000 de pesos que tiene que ver con los costos de la Compañía. Para acceder al puesto, además de cumplir con todos los requisitos indicados en el aviso (títulos, experiencia, idiomas, etc.) deberá pasar por 2 entrevistas personales con personal especializado de la Consultora, 3 entrevistas en la empresa (su futuro Jefe directo, el Gerente General y el Gerente de Recursos Humanos), un examen de inglés, un test psicotécnico donde evaluarán su personalidad, su capacidad de adaptación a la empresa, y cualquier  situación sicológica que tenga que pudiera afectar su desempeño o integración a su nuevo trabajo, un examen médico y un análisis de su situación patrimonial (informe conocido como Veraz).
Una vez ingresado, deberá adaptarse al entorno, trabajar en equipo, llevarse bien con sus compañeros, capacitar y apoyar a sus colaboradores y, sobre todas las cosas, dar resultados excelentes y tangibles para quien lo ha contratado; en caso contrario tiene un alto riesgo de ser despedido.

La República Argentina con 40.000.000 de habitantes y un presupuesto de más de 100 mil millones de pesos, va a consagrar a su próximo presidente que estará a cargo del país durante los próximos 4 años. A los postulantes se les pide tener más de 30 años de edad.

El Tábano Libre les pide por favor que, por lo menos, a los candidatos les hagan el psicotécnico.


domingo, 13 de marzo de 2011

Piqueteros Intelectuales (por Mario Vargas Llosa)


LOS AÑOS LUZ DE DISTANCIA QUE SEPARAN AL NIVEL INTELECTUAL Y LITERARIO DE VARGAS LLOSA RESPECTO DEL POBRE TÁBANO, HICIERON QUE EL GENIAL ESCRITOR PERUANO ESCRIBIERA LA NOTA PERFECTA QUE EL TÁBANO LIBRE HUBIERA QUERIDO ESCRIBIR. POR ELLO, Y PARA QUE SUS SEGUIDORES NO PIERDAN SEMEJANTE OBRA, EL TÁBANO LIBRE PUBLICA EL SIGUIENTE ARTÍCULO ESCRITO POR EL PREMIO NOBEL DE LITERATURA Y PUBLICADO EN EL DIARIO LA NACIÓN DE BUENOS AIRES DEL 13 DE MARZO.
MADRID.- Un puñado de intelectuales argentinos kirchneristas, vinculados con el grupo Carta Abierta, encabezados por el director de la Biblioteca Nacional, Horacio González, pidió a los organizadores de la Feria del Libro de Buenos Aires, que se abrirá el 20 de abril, que me retirara la invitación para hablar el día de su inauguración. La razón del veto: mi posición política "liberal", "reaccionaria", enemiga de las "corrientes progresistas del pueblo argentino" y mis críticas a los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner.
Bastante más lúcida y democrática que sus intelectuales, la presidenta Cristina Fernández se apresuró a recordarles que semejante demostración de intolerancia y a favor de la censura no parecía una buena carta de presentación de su gobierno, ni oportuna, cuando parece iniciarse una movilización a favor de la reelección. Obedientes, pero sin duda no convencidos, los intelectuales kirchneristas dieron marcha atrás.
Me alegra coincidir en algo con la presidenta Cristina Fernández, cuyas políticas y declaraciones populistas en efecto he criticado, aunque sin llegar nunca al agravio, como alegó uno de los partidarios de mi defenestración. Nunca he ocultado mi convencimiento de que el peronismo, aunque haya impulsado algunos progresos de orden social y sindical, hechas las sumas y las restas ha contribuido de manera decisiva a la decadencia económica y cultural del único país de América latina que llegó a ser un país del primer mundo y a tener en algún momento un sistema educativo que fue un ejemplo para el resto del planeta.
Esto no significa, claro está, que aliente la menor simpatía por sus horrendas dictaduras militares cuyos crímenes, censuras y violaciones de los derechos humanos he criticado siempre con la mayor energía en nombre de la cultura de la libertad que defiendo y que es constitutivamente alérgica a toda forma de autoritarismo.
Precisamente, la única vez que he padecido un veto o censura en la Argentina, parecido al que pedían para mí los intelectuales kirchneristas, fue durante la dictadura del general Videla, cuyo ministro del Interior, el general Harguindeguy, expidió un decreto de abultados considerandos prohibiendo mi novela La tía Julia y el escribidor y demostrando que ésta era ofensiva al "ser argentino". Advierto con sorpresa que los intelectuales kirchneristas comparten con aquel general cierta noción de la cultura, de la política y del debate de ideas que se sustenta en un nacionalismo esencialista un tanto primitivo y de vuelo rasero.
Porque lo que parece ofender principalmente a Horacio González, José Pablo Feinmann, Aurelio Narvaja, Vicente Battista y demás partidarios del veto, por encima de mi liberalismo es que, siendo un extranjero, me inmiscuya en los asuntos argentinos. Por eso les parecía más justo que abriera la Feria del Libro de Buenos Aires un escritor argentino en consonancia con las "corrientes populares".
Si tal mentalidad hubiera prevalecido siempre en la Argentina, el general José de San Martín y sus soldados del Ejército Libertador no se hubieran ido a inmiscuir en los asuntos de Chile y Perú y, en vez de cruzar la cordillera de los Andes impulsados por un ideal anticolonialista y libertario, se hubieran quedado cebando mate en su tierra, con lo que la emancipación hubiera tardado un poco más en llegar a las costas del Pacífico sudamericano. Y si un rosarino llamado Ernesto "Che" Guevara hubiera profesado el estrecho nacionalismo de los intelectuales kirchneristas, se hubiera eternizado en Rosario ejerciendo la medicina en vez de ir a jugarse la vida por sus ideas revolucionarias y socialistas en Guatemala, Cuba, el Congo y Bolivia.
Fuego de artificio
El nacionalismo es una ideología que ha servido siempre a los sectores más cerriles de la derecha y la izquierda para justificar su vocación autoritaria, sus prejuicios racistas, sus matonerías, y para disimular su orfandad de ideas tras un fuego de artificio de eslóganes patrioteros. Está visceralmente reñido con la cultura, que es diálogo, coexistencia en la diversidad, respeto del otro, la admisión de que las fronteras son en última instancia artificios administrativos que no pueden abolir la solidaridad entre los individuos y los pueblos de cualquier geografía, lengua, religión y costumbres pues la nación -al igual que la raza o la religión- no constituye un valor ni establece jerarquías cívicas, políticas o morales entre la colectividad humana.
Por eso, a diferencia de otras doctrinas e ideologías, como el socialismo, la democracia y el liberalismo, el nacionalismo no ha producido un solo tratado filosófico o político digno de memoria, sólo panfletos a menudo de una retórica tan insulsa como beligerante. Si alguien lo vio bien, y lo escribió mejor, y lo encarnó en su conducta cívica fue uno de los políticos e intelectuales latinoamericanos que yo admiro más, el argentino Juan Bautista Alberdi, que llevó su amor a la justicia y a la libertad a oponerse a la guerra que libraba su propio país contra Paraguay, sin importarle que los fanáticos de la intolerancia lo acusaran de traidor.
Los vetos y las censuras tienden a imposibilitar todo debate y a convertir la vida intelectual en un monólogo tautológico en el que las ideas se desintegran y convierten en consignas, lugares comunes y clisés. Los intelectuales kirchneristas que sólo quisieran oír y leer a quienes piensan como ellos y que se arrogan la exclusiva representación de las "corrientes populares" de su país están muy lejos no sólo de un Alberdi o un Sarmiento, sino también de una izquierda genuinamente democrática que, por fortuna, está surgiendo en América latina, y que en países donde ha estado o está en el poder, como en Chile, Brasil, Uruguay, ha sido capaz de renovarse, renunciando no sólo a sus tradicionales convicciones revolucionarias reñidas con la democracia "formal" sino al populismo, al sectarismo ideológico y al dirigismo, aceptando el juego democrático, la alternancia en el poder, el mercado, la empresa y la inversión privadas, y las instituciones formales que antes llamaba burguesas. Esa izquierda renovada está impulsando de una manera notable el progreso económico de sus países y reforzando la cultura de la libertad en América latina.
¿Qué clase de Argentina quieren los intelectuales kirchneristas? ¿Una nueva Cuba, donde, en efecto, los liberales y demócratas no podríamos jamás dar una conferencia ni participar en un debate y donde sólo tienen uso de la palabra los escribidores al servicio del régimen? La convulsionada Venezuela de Hugo Chávez es tal vez su modelo. Pero allí, a diferencia de los miembros del grupo Carta Abierta, la inmensa mayoría de intelectuales, tanto de izquierda como de derecha, no es partidaria de los vetos y censuras. Por el contrario, combate con gran coraje contra los atropellos a la libertad de expresión y la represión creciente del gobierno chavista a toda forma de disidencia u oposición.
De quienes parecen estar mucho más cerca de lo que tal vez imaginan Horacio González y sus colegas es de los piqueteros kirchneristas que, hace un par de años, estuvieron a punto de lincharnos, en Rosario, a una treintena de personas que asistíamos a una conferencia de liberales, cuando el ómnibus en que nos movilizábamos fue emboscado por una pandilla de manifestantes armados de palos, piedras y botes de pintura. Durante un buen rato debimos soportar una pedrea que destrozó todas las lunas del vehículo, y lo dejó abollado y pintarrajeado de arriba abajo con insultos. Una experiencia interesante e instructiva que parecía concebida para ilustrar la triste vigencia en nuestros días de aquella confrontación entre civilización y barbarie que describieron con tanta inteligencia y buena prosa Sarmiento en su Facundo y Esteban Echeverría en ese cuento sobrecogedor que es El matadero .
Me apena que quien encabezara esta tentativa de pedir que me censuraran fuera el director de la Biblioteca Nacional, es decir, alguien que ocupa ahora el sitio que dignificó Jorge Luis Borges. Confío en que no lo asalte nunca la idea de aplicar, en su administración, el mismo criterio que lo guió a pedir que silenciaran a un escritor por el mero delito de no coincidir con sus convicciones políticas. Sería terrible, pero no inconsecuente ni arbitrario. Supongo que si es malo que las ideas "liberales", "burguesas" y "reaccionarias" se escuchen en una charla, es también malísimo y peligrosísimo que se lean. De ahí hay solo un paso a depurar las estanterías de libros que desentonan con "las corrientes progresistas del pueblo argentino".
© El País, SL

domingo, 6 de marzo de 2011

Los “Progres” o el Retroprogresismo


Progresista es aquella persona o partido político que con sus acciones promueve el progreso. 
Y el progreso de una persona, familia, sociedad o país consiste en estar hoy mejor que ayer y mañana mejor que hoy en uno o varios aspectos de la vida. Así, decimos que un niño que al principio del año sólo sabía las operaciones matemáticas básicas y al final del mismo sabe también operaciones como potenciación y radicación, ha progresado en la escuela; decimos que una familia de 4 personas que vivía en un departamento de dos ambientes y logró mudarse a uno de 4 ambientes, ha progresado en su nivel económico (lo que redunda en una mejor calidad de vida); decimos que una sociedad en la cual había un 87 % de analfabetos (este fue el resultado del primer censo poblacional de la Argentina en el siglo XIX) y luego pasa a tener un 5 % de analfabetismo, ha progresado en su nivel educativo (lo que también redunda en una mejor calidad de vida) y decimos que un país en el cual nadie tiene agua corriente o cloacas, si luego de “x” tiempo el 60 % de la población pasa a tener dichos servicios gracias a las obras de infraestructura necesarias, ha progresado estructuralmente y en la calidad de vida de su gente.

Entonces, para progresar, hace falta: estudiar, esforzarse, trabajar, ahorrar, invertir, seguir capacitándose, seguir esforzándose, seguir trabajando y permitir que el esfuerzo individual que cada ciudadano realiza para él y su familia, redunde en un mejor bienestar general a partir de reglas de convivencia en las cuales el progreso colectivo pueda encontrarse como la sumatoria de los progresos individuales de las personas; resumiendo, en una frase, seguir la enseñanza de José Hernández: “Debe trabajar el hombre para ganarse su pan, pues la miseria en su afán, de perseguir de mil modos, toca a la puerta de todos y entra en la del haragán” (frase a la cual hoy habría que agregarle que cuando la miseria no entra en la casa del haragán porque este disfruta de beneficios repartidos de manera discrecional por el Estado que los obtiene coactivamente de otros ciudadanos no haraganes, eso es consecuencia de que otros trabajaron gratuita e impensadamente para el haragán). 
Esto lleva al retroprogresismo, que no es el progresismo retro; es, mejor dicho, el antiprogresismo, o sea como mínimo el conservadurismo de un status quo y, en realidad un verdadero retroceso logrado de manera colectiva, como sociedad y como nación. No es esto, otra cosa que lo que hemos vivido los argentinos en los últimos 40 años y cada vez acentuamos más. Los que se esfuerzan y pretenden progresar en el concepto clásico de la palabra pierden sus incentivos para hacerlo en función de las políticas supuestamente progresistas de los gobiernos autoritarios, sean democráticamente elegidos o no.
Como el significado de las palabras se cambia desde el Poder de manera obscena (ver nota del Tábano Libre “La Guerra de las Vedette” en  http://eltabanolibre.blogspot.com/2010/11/la-guerra-de-las-vedette.html ), nos han convencido que el actual gobierno es “Progre” y que, políticamente hablando, la izquierda en general es “Progre”. Encima la palabra apocopada queda bárbaro, queda muy bien desde un punto de vista de Marketing y es aplicada también para políticas que están más allá de lo económico, como aquellas que tienden a degradar los valores de una sociedad (hoy ser “Progre” en Argentina también significa permitir que los menores se droguen a la vista de todos o que los delincuentes sean protegidos por la Policía y la Justicia en vez de combatidos por éstos).

Con un pasado inventado y una fortuna personal difícil de explicar, la Presidenta nos enseña todos los días cuánto mejor estamos, por ejemplo porque la Villa 31 ahora es más grande. En el fondo, ¿no se referirán al progreso personal que cada uno de los miembros del poder ha tenido?, o sea, a las mansiones, viajes, aviones, campañas políticas derrochadoras, cuentas bancarias y demás beneficios conocidos, no conocidos e inimaginables de que gozan la Presidenta, su familia, sus amigos, los Moyano con sus empresas y casas, los Pedraza en sus pisos de Puerto Madero, los Jaime, los De Vido, los Cristóbal López, los Igor, los jóvenes advenedizos que sin pasado político ni formativo se apoderaron del poder en el círculo áulico desde que la Presidenta quedó en soledad; al progreso de piqueteros y de los líderes de las mal llamadas organizaciones sociales que hace años viven sin trabajar, de los artistas que rifaron su arte por unos pesos, la aparición en Canal 7 o el subsidio a Productoras propias de imposible desarrollo sustentable “per se”. Seguramente todo esto y mucho más que, por su infinita dimensión no entra en este blog, es lo que hoy significa ser “Progre” en la Argentina.

Sin embargo, los argentinos que por generaciones han trabajado la tierra o cuidado el ganado en los campos como aquellos otros que pueblan las ciudades y han sabido del esfuerzo de sus padres y abuelos italianos o españoles saben perfectamente que Progresismo es Progresar y que un partido político podrá llamarse progresista solamente si entre sus bases y accionar desarrolla el apoyo a una educación independiente y libre con diversidad en su organización y alejada de los discursos únicos estatales, facilita la inversión genuina de verdaderos empresarios (aquellos que arriesgan su propio capital en pos de una visión y no los que usufructúan subsidios y beneficios otorgados por los gobiernos de turno y buscan mercados cerrados para acrecentar sus fortunas a costa de una población más pobre), promueve y defiende el trabajo y el ahorro, otorgándole valor estable a la moneda, lo cual no es otra cosa que permitirle al pobre que ese centavo que pudo ahorrar lo pueda mantener como reserva de valor para volcarlo más adelante a satisfacer sus intereses y necesidades sin que el Estado se quede con el fruto de su esfuerzo.
Entonces, ¿ Cuáles son los partidos políticos que deberían llamarse Progresistas en la Argentina ?, ¿ son los populistas o los de izquierda o los de una derecha prebendaria y corporativa ?, ¿ o tenemos que empezar a pensar que aquellos que apoyan la libertad individual y una menor intromisión estatal en la vida de la gente son los verdaderos Progresistas ?.