Peronismo ……. o ……. Poderismo

Juan Perón fue un militar. Egresado del Colegio Militar de la Nación Argentina en el año 1913, se formó no solamente en dicho Colegio sino en la cultura, costumbres e ideología del prusianísimo Ejército Argentino de la época.

Dio apoyo y participó del Golpe de Estado de 1930 dirigido por el General Uriburu contra el democrático gobierno de Hipólito Yrigoyen.
Escribió varios libros de formación militar que se utilizaron en la educación impartida en el Colegio Militar a los Oficiales del Ejército Argentino que cursaron sus carreras desde 1930 en adelante; el más importante de ellos, referido a Estrategia Militar.

Entre 1939 y 1941 vivió en la Italia de Mussolini en misión de estudio y perfeccionamiento enviado por el Ejército Argentino. Allí participó de prácticas militares y vio de cerca los avances y éxitos iniciales del Eje fascista – nazi que el dictador italiano conformaba con Hitler. También conoció y admiró la organización fascista del Estado italiano cuya “Carta del Lavoro” copió e instauró en la Argentina cuando fue presidente.

Durante el primer lustro de la década de 1940 regresó a la Argentina y formó parte de un grupo Militar filonazi conocido como GOU (Grupo de Oficiales Unidos), el cual realizó, junto a otros militares, el Golpe de Estado contra el democrático gobierno del presidente Castillo. Perón participó activamente y ocupó altísimos cargos en las dictaduras militares de la época de los autonombrados “Presidente” Farrel y Ramírez; llegando incluso a ocupar el cargo de Vicepresidente de la Nación (de facto).

Elegido ya Presidente de la Nación, en elecciones democráticas la primera de las veces y denunciadas de fraudulentas la segunda, gobernó el país durante 9 años.

En dicho período se persiguieron y encarcelaron opositores; principalmente a los miembros del Partido Comunista quienes eran torturados en la comisarías mismas cuando eran detenidos, y también a políticos que no seguían los dictados del Ejecutivo, el más renombrado de ellos el líder radical de indudable calidad democrática: el Diputado Ricardo Balbín. Se reformó la Constitución para intentar la eternización en el poder. Se cambiaron los nombres de ciudades, pueblos, lugares, medios de transporte, etc. por los de Perón y su segunda esposa al punto que se podía recorrer todo el país sin salir de las palabras Perón o Evita. Se tergiversó la historia para entronizarse como el Padre de la Patria y se obligó a utilizar libros de texto en las escuelas donde se exaltaban las figuras de Perón y su esposa, a quien se bautizó como “Jefa Espiritual de la Nación”. Se obligó a utilizar el luto cuando falleció la esposa del líder. Se obligó a afiliarse al partido peronista para poder conseguir un empleo. Se cerraron todos los diarios opositores, desde “La Vanguardia” (órgano oficial del partido Socialista) hasta algunos de circulación nacional como “La Prensa”. Se impuso la asistencia forzosa de los trabajadores a los actos partidarios peronistas, dichos asistentes eran reclutados en las sedes de las fábricas donde se desempeñaban. Se quemaron sedes de organizaciones no afines como “La Casa Radical”, “La Casa del Pueblo”, “El Partido Demócrata Nacional”, el “Jockey Club” y numerosas iglesias. Se incentivó la delación en las familias y en los barrios, creando su propia organización de espías (Los “Jefes de Manzana”) y otorgando la “Medalla de la Lealtad Peronista” (copia de similares premios de la Alemania de Hitler) a quienes incumbían en dichas delaciones. Se instauró la inflación en la Argentina a través de las emisiones monetarias sin respaldo utilizadas para pagar los excesivos gastos del Estado, se dilapidaron los fondos de la Nación y se confiscó todo el comercio internacional a través del oscuro organismo conocido como Iapi. Se permitió la recepción e instalación de jerarcas nazis en la Argentina que huían luego de finalizada la segunda guerra mundial.

Cuando lo sacaron del poder, Perón buscó ayuda y/o se asiló en países como Paraguay (donde ya ejercía la presidencia el dictador de genealogía alemana Alfredo Stroessner) y República Dominicana donde vivió un tiempo (la Dominicana del dictador Trujillo; El Tábano recomienda la lectura del libro “La Fiesta del Chivo” del premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa donde se puede conocer la historia de dicho tirano) para finalmente instalarse en la España del dictador de derecha y filonazifascista Francisco Franco. Como te decía El Tábano Libre cuando hablábamos de Rosas en el artículo anterior, nadie pide asilo político en casa de sus enemigos sino de sus amigos. Las similitudes de algunos de sus métodos con los del tirano Rosas son muchas por lo que el “amor” del peronismo hacia Rosas, no resulta extraño.

Durante los 18 años de exilio en España utilizó varias estrategias que le permitieran volver al Poder; entre ellas la de alentar al incipiente terrorismo armado en la Argentina, llegando a declarar que un asesinato cometido por dichos sujetos no era un homicidio sino un acto de justicia (video que se puede ver en YouTube), aunque teniendo siempre su eje troncal en el sindicalismo de la derecha ortodoxa peronista impulsado años antes con la “Carta del Lavoro” fascista.

Retornado al Gobierno, en su tercera presidencia, lograda en comicios democráticos, y sin detenernos a analizar la matanza ocurrida en Ezeiza en uno de sus regresos entre miembros de derecha e izquierda de su propio partido, recordamos la existencia de la organización paramilitar AAA (Alianza Anticomunista Argentina) la cual se encargaba de personas de izquierda y el legado de la presidencia a su ignota tercera esposa María Estela Martínez (conocida bajo el nombre “artístico” de Isabelita), pero debemos detenernos en uno de los hechos más recordados de este período: El 1 de mayo de 1974 echó de la Plaza de Mayo a los Montoneros y otros grupos terroristas de izquierda de los cuales se había servido para recuperar el poder, tratándolos de “estúpidos e imberbes” (video que también puede observarse en YouTube). Todos los argentinos recuerdan dicho episodio, lo que no es tan recordado es que, en el mismo, Perón tenía a su diestra a Lorenzo Miguel y a José López Rega (dos expositores característicos de la derecha peronista) y que lo que agregó a la famosa frase de “estúpidos e imberbes” fue que aquellos imberbes pretendían tener más protagonismo que las organizaciones sindicales, las cuales se habían mantenido inconmovibles durante 20 años sufriendo persecusiones y dando soporte al peronismo y al propio Perón, sellando de esta manera y no dejando ninguna duda acerca de la ubicación ideológica y política del peronismo.

Todo lo relatado anteriormente conforma el ADN del peronismo.

Un movimiento sin raíces democráticas, donde la Libertad no es un valor, formado por un militar de las características descriptas y donde el Poder es el eje de su razón de existir. Esto lo viven y lo sienten todos quienes lo integran, aún sin necesidad de racionalizarlo.

Con semejantes antecedentes, ¿ A quién podría ocurrírsele que el peronismo es un partido de izquierda (del ahora mal llamado “progresismo”) ? Simplemente utiliza a los elementos de las distintas ideologías y sectores en tanto y en cuanto le sirvan a sus propios intereses de conquistar, mantener y ampliar el Poder. Por ello podemos ver que, sin ponerse colorados de la vergüenza, exaltan la figura de un dictador como Rosas, rodeados de la Madres de Plaza de Mayo (El Tábano se pregunta qué hubiera pasado con éstas de haber existido en épocas del segundo gobierno de Perón……).

El peronismo, entonces, consiste en ser el partido del Poder. El Partido, al igual que la Democracia, es considerado solamente una herramienta. Nunca veremos una reunión del partido en la cual se discutan las políticas de Estado como podría acontecer en la Unión Cívica Radical o en cualquiera de los demás partidos democráticos de la Argentina; las reuniones partidarias sólo existen a los efectos de encolumnar a todos los integrantes con el líder de turno, al cual siempre apoyarán de la forma que sea aunque momentáneamente no represente su ideología, por el sólo hecho de retener el poder.

Así se sucedieron otros gobiernos peronistas posteriores al del fallecido creador: El de Menem, que aplicó las políticas que le convenían en su momento para mantener su poder aunque éstas diferían notoriamente de las raíces estatistas de su origen, y todos sus partidarios lo apoyaron, al mismo tiempo que ensalzaba a Rosas y que intentaba hacerse reelegir indefinidamente en actitud claramente antidemocrática pero bien peronista. El de Duhalde (que probablemente sea la única persona del mundo en ser presidente de un país, habiendo perdido las elecciones, durante el mismo período en que las había perdido), un claro ejemplo de que el peronismo es el partido del Poder, observándose supuestos saqueos que finalizaron de inmediato con el Golpe de Estado que hizo renunciar al presidente democráticamente electo Fernando de la Rúa y que permitió el ascenso de Duhalde. Y el de la familia Kirchner, la misma que durante la época del Gobierno de Facto de 1976 a 1983 se dedicó a que creciera su fortuna personal y luego se abrazó a los activistas políticos, y terroristas algunos, de aquella época como si le fueran propios al solo efecto de generarse un poder que no tenía y, luego, de mantenerlo. Muchos hechos de gobierno que vemos desde 2003 a la fecha coinciden y otros difieren de los que hubiera llevado adelante Perón: coinciden notoriamente en lo referido a intervención estatal y difieren en el alineamiento ideológico, pero en ambos casos buscan la consecución del Poder y son aplaudidos y apoyados por los mismos peronistas que aplaudían y apoyaban a Menem y a Duhalde.

Eso es el peronismo, el partido del Poder. Sería más claro si se llamase “Poderismo”. Hoy por hoy no es de espacio geográfico alguno. A su ADN original antes descripto le agregaron las “vivezas” también aprendidas de su líder y ampliadas con los años. Este es un año electoral, El Tábano Libre intentará contarte su visión de cada partido político y de cada candidato. Los peronistas siempre se reciclan y muestran algo supuestamente “nuevo” a la sociedad, y ésta los sigue votando sin advertir la esencia del movimiento.